En este ir y venir volvemos a encontrar un arte sobrio y teatral, de gran serenidad y corrección formal. Pero no es excesivamente abundante, ya que el barroco había saturado nuestros templos. Con todo, conservamos algunas obras de gran interés, como el monumento de Semana Santa de Bermeo, destinado a ocultar el sagrario desde el Jueves Santo hasta el Domingo de Resurección.
